En
la madrugada duerme mi voz,
y
entre los silencios sé respirar
y
van mis palabras despacio
buscando
un lugar
más
allá de las dudas.
Suave
ya el cerebro no quiere estropear
con
fotografías
de
fondo gris
y
la parsimonia de leves
palabras
de amor
que
se duermen amando.
Beberé
mi llanto
para
seguir,
que
no me pregunten
de
soledades,
cuando
abra la puerta
dejaré
partir
el
último duelo y
mentir
será sano para
continuar
adelante.
No
podrán culparme
más
de lo que yo:
que
nací entre bordados,
viví
sin tutela
y
aquí estoy… aun respirando.