Blogger Layouts

jueves, 20 de diciembre de 2012



Tenia que caminar por todas
las calles y desandar
los errores, hacer filigranas de
plata con las mentiras,
levantar el orgullo y no la cabeza,
sin mirar atrás, sin volver la vista,
sin verter una lagrima,
sin tejer un sentimiento
que la hiciera detenerse.

Las nubes de tormenta la
iban siguiendo,
y ella callada, sumisa, distante,
y su buen perro, noble siguiéndole
el paso, como un
guardián en días
de angustia.

Hasta llegar a la playa urbana,
desierta, sucia,
vacía como su alma,
quieta como su cerebro,
absurda como
sus ideas.

Allí, áspera la arena, revuelto el
mar en oleaje de sombras, tan negro el cielo, y frío el aire
de un noviembre ya terminado,
se sentaron ella y su perro,
mano y pata, una con el otro,
a inventariar las pérdidas de sus mundos:
“¡Cuántas personas solas!
¡Cuántos perros abandonados!”

Al regresar, de vuelta a casa,
estaban los dos, mujer y perro,
cansados.

Les dolia el corazón
y por una vez no había sido de amar
fielmente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario