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viernes, 19 de octubre de 2012

LA GATA EDUCADA.


LA  GATA EDUCADA

            A Elena cada año le ocurre lo mismo cuando llegan estas fiestas navideñas: se ve rodeada de familiares y amigos, que la invitan a compartir celebraciones. Compromisos que le agobian y que se promete romper en las próximas navidades, aunque cuando estas regresan, todo vuelve a repetirse.            
            Como la escena de ahora, de camino a su casa cargada de bolsas llenas de regalos, después de una tarde de compras por el centro comercial. Ha salido temprano para evitar aglomeraciones, y ya ha terminado los encargos. Ha anochecido, y empieza a helar en el ambiente. En las calles se han encendido las luces de los adornos, y llegan confundidas entre el murmullo del pasar de la gente, las músicas de diversos villancicos.
            Elena camina decidida, pero algo le hace detenerse. La visión de una mujer sentada en el escalón de un portal, haciendo ganchillo. Cubre sus piernas con una pequeña manta. Cerca de ella, sentado, con sus dos patas delanteras muy rectas, erguido, orgulloso, un gato de color blanco, con una bufanda rosa atada al cuello, y un lazo del mismo color en la cabeza, colocado entre las dos orejas. El gato apenas se mueve, pero con los ojos azules muy abiertos, se diría que está pendiente de cuanto sucede a su alrededor.
            Elena intenta dejar una moneda en el plato que está al lado del gato, pero la mujer se lo impide:
-       No aceptamos limosnas –le dice seca, pero cortésmente.
-       Su gato es muy gracioso y yo pensé… - contesta Elena, algo violenta.
-       No es un gato, es una gata, se llama Valeria y no es nada graciosa.
-       Perdone… no quise molestarla.
-       No hace falta que se disculpe mujer. Es natural que confunda a Valeria con un gato, aunque si se fija, va de color rosa- y la mujer le sonríe al preguntarle - ¿No le gustaría comprarnos alguna de nuestras labores?... Las hay muy bonitas, y lo tenemos todo a muy buen precio. ¡Mire, mire que monada de tapete en forma de flor! ¡Solo por dos euritos! Y si revuelve un poco, ira viendo más cosas.
La ya definida gata, continua rígida e inmutable, y Elena, que intenta seguir las explicaciones de su dueña, duda a veces cuando desvía la mirada hacia ella si será un muñeco de lo quieta que está. Finalmente Lola, que así se llama la mujer que hace hábilmente ganchillo, le vende a Elena un juego de posavasos y una cinta para el cabello. Elena le paga, recoge el género y antes de irse, Lola le pide que espere un momento, y se dirige hablando hacia a la gata:
-       Valeria, preciosa, la señora se marcha ya. Dale las gracias por su compra.
Y Valeria, la altiva gata que hasta entonces ha permanecido tiesa como una columna incrustada al suelo, levanta con parsimoniosa elegancia su pata derecha al tiempo que baja la cabeza, emitiendo un suave pero intenso maullido. Después, vuelve a su postura original, bufanda y lazo incluidos.
Se ha hecho tarde. Elena acelera su caminar pero al llegar a la esquina se detiene de nuevo y vuelve la cabeza,  allí siguen Lola y Valeria, acompañándose la una a la otra en su lucha por sobrevivir. Ambas disfrazando sus miserias y sus carencias a golpes de dignidad.
Elena suspira hondo y piensa que esto no puede ser la Navidad, ¿ó quizás sí?... ¿Quizás la Navidad es algo que está dentro únicamente del cuerpo de esa gata de pelo blanco que permanece fiel al lado de su dueña, acompañándola y obedeciéndola?...
Sigue oscureciendo, y todo lo demás es lo que se repite de nuevo, año tras año, desde que el mundo es mundo.
                                                                                                             Octubre, 2012



(La gata y su dueña existieron hace años en un mes de Diciembre y en  una calle de Barcelona)



1 comentario:

  1. Parabéns pelo blog. E você me fez lembrar do Natal. Acho que estou meio atrasado...
    Parabéns!!

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