Blogger Layouts

viernes, 5 de octubre de 2012

LOS PENDIENTES.




                                                                                                
La curiosa infancia de Sara descubrió aquella tarde el joyero de su abuela, que abrió sin su permiso.
Se maravilló al ver esos cristales que emitían destellos de colores: azules, malvas, rojizos, verdosos…
A Sara le encantaron unos pendientes largos, los cogió y fue hasta el comedor para probárselos ante el gran espejo.
¡Qué belleza de joya! ¡Y como lucía en su rostro, enmarcado entre los dos candelabros!... ¡Parecía una princesa! Suspiró satisfecha y orgullosa. Quedó paralizada. ¡No estaba sola en la estancia! Alguien había entrado, y la estaba mirando a través del propio espejo… Era una mujer de rostro serio, enjuto. ¡Y llevaba puestos sus pendientes!
Sara se giró bruscamente. Sentía su corazón latir con fuerza. Así la sorprendió su abuela, aun asustada.
…………………………………………………………………..
Cuarenta años después, Sara acudió a una prestamista a vender esos pendientes: la persona que la atendió era la mujer del espejo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario